Somos todos fachos, no solo fachos, fachos hijos de puta, sobre todo las putitas y putitos que estuvieron dispuestos a bajarse los pantalones, las faldas, los calzones, para que Frei les metiera su pichula en el poto. Pero Frei no pudo, no se le para, a la DC ya no se le para, el partido socialista se operó y se extirpó los genitales, el PPD se anudó las trompas, el partido Comunista es una aberración. Pero más de tres millones estuvieron dispuestos a que se los culiaran, querían que se los culiaran, si hasta se estaban calentando, casi se corren al sentir que Frei les olía el culo, esperaban que esa nariz se transmutara en pija y que Frei y que la DC y que la concertación y que el compañero Lagos por lo menos levantara su dedito amenazador y se los metiera por el culo, por la vagina, por las orejas, por la nariz, por la boca, que se corrieran en sus caras, pero no. A cambio los fachos de derecha llegaron con aguja e hilo y les cosieron todos sus orificios, todos convertidos en imbunches, todos desde un comienzo desde el primer acto de tortura que concibió a Chile, todos convertidos en imbunches, todos hijos de la tortura, no de la dictadura, no de la CIA ni de la CNI, la tortura primigenia, la tortura única capaz de dar a luz un proyecto de país imbunche. Hijos bastardos todos de una oligarquía incapaz de leer en voz alta, monos a caballo que esparcieron su semen entre sus esclavos, hijos no reconocidos que no hacen más que reconocerse en la figura de oligarcas ignorantes que solo han llegado a hablar de arte en la casa de Spiniak, donde nuestro flamante presidente del senado, Jovino Novoa, se corría la paja mientras le defecaban encima. La dictadura llegó tarde, me quité la vida para nada, debieron llegar por lo menos diez años antes, debieron haber torturado a la Violeta Parra, a Pablo Neruda, Victor Jara fue un trofeo muy pobre, debieron haberle cortado los pies, las manos, las tetas, debieron ponerle las tetas de la Violeta Parra a la virgen del San Cristóbal, debieron ocupar machetes estos hijos de puta, como en Guatemala, como en el Salvador, debieron descuartizarnos con machetes, debieron matar a los padres frente a sus hijos a machetazos, debieron regar las extremidades desde Arica hasta la Antártida, no, mejor, desde Lima hasta la Antártida. Pero no, estos para-políticos desmovilizados, estos monos para-políticos desmovilizados sentados en grandes mesas con monos con corbata prefirieron poner sus caras en ventanas, estampar sus caras en esta delgada y larga faja de tierra, en este flaco y largo pico oligárquico, sus caras convertidas en el semen de Portales esparcidas por todas las regiones, volviéndolas pringosas, deformes. Frei, mono-huaso, a Frei Montalva no lo mató la DINA, ni la CIA, ni la CNI, lo mató su ADN, se mordió la lengua y se envenenó el hijo de puta que celebró el golpe, que saltó de alegría el 11 de septiembre de 1973, ese cordero con corona que me negó la palabra, que precipitó la muerte como lo vienen haciendo los corderos desde el primer torturador que dio vida a este engendro. La única utopía posible, la única redención que nos queda es esperar que el calentamiento global haga crecer los océanos, que nos caigamos todos al mar, que solo quede la cordillera de los Andes y los arrieros, que a un lado floten las vacas argentinas y del otro los corderos chilenos, la única redención posible es que el cobre vuelva a ser boliviano.
